19 enero 2011


Desafortunadamente, las previsiones climáticas siguen cumpliéndose.


En estos primeros días del año comienzan ya a ser publicados los primeros datos relativos a la evolución de las temperaturas en el planeta a lo largo de 2010, y con ello, se terminan de completar las series que permiten comparar décadas, periodos con mayor fiabilidad estadística en el ámbito climático, que posibilitan la obtención de sólidas conclusiones en relación con la evolución de parámetros clave en el estudio del cambio climático.

Resulta crucial no caer en la tentación de utilizar datos extremos, ni tampoco ligados a localizaciones concretas ni periodos temporales excesivamente cortos. Lo fundamental es analizar tendencias, y lo más acertado es hacerlo, en primer lugar, respecto a lo global, para ir descendiendo después paulatinamente hacia lo regional.

Más allá de que los datos del último año puedan reforzar las teorías acerca del progresivo calentamiento del sistema climático global, resulta más esclarecedor, y acertado, valorar los datos relativos a la evolución de las temperaturas medias globales década a década, perspectiva ésta en la que también los datos presentados resultan contundentes.

Según la Organización Meteorológica Mundial, la década 2001-2010 ha sido la más cálida a nivel global desde que se realizan registros de precisión, con una temperatura media 0,46º C por encima de la media calculada hasta la fecha.

Las tendencias pronosticadas por los científicos del IPCC siguen cumpliéndose, y las consecuencias de las olas de calor y del resto de fenómenos climáticos extremos, cada vez más frecuentes, siguen agravándose.

A la vista de las informaciones que vienen publicándose sigue confirmándose la urgente necesidad de respuestas y compromisos por parte de la comunidad internacional. Acuerdos ambiciosos que deben ser adquiridos sin demora, siguiendo la línea marcada en la reciente Cumbre de Cancún. Acuerdos que busquen soluciones justas y eficaces en el corto, el medio y el largo plazo.

En este sentido, cabe destacar la reciente aprobación en nuestro país de la ley de almacenamiento geológico de dióxido de carbono, que supone la definición del marco jurídico necesario para la implantación y el desarrollo de esta nueva tecnología que, sin lugar a dudas, se convertirá una importante herramienta que ayudará a cumplir los ambiciosos objetivos de mitigación de emisiones que la comunidad internacional tiene que necesariamente seguir adquiriendo.

No puede ser sino paso a paso, acuerdo a acuerdo, norma a norma, como entre todos logremos continuar avanzando hasta revertir esta contrastada tendencia climática que no nos lleva sino al propio abismo de la vida en el planeta, al menos tal y como la conocemos.

Fran Martín Aguirre
Colaborador de Fernando Moraleda

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