14 diciembre 2010

Cancún: en la buena dirección.

El sábado de madrugada, en Cancún, fue reimpulsado un proceso que, de llegar definitivamente a buen término, significará el comienzo en la superación del mayor desafío global al que se ha enfrentado la humanidad: el cambio climático.
En contra de los negros augurios iniciales, de noche, como en las mejores negociaciones, se encendió la luz que prendió la mecha maltrecha de la esperanza. Naciones Unidas volvió a reivindicarse como el foro más apropiado, y el único capaz, de dar una respuesta, a los más grandes retos que todos los pueblos tenemos por delante. Lo sucedido en la COP 16, vuelve a poner en valor la trascendencia de la negociación multilateral para el entendimiento común y el acuerdo.

Es evidente que en México todavía no se ha resuelto el problema del cambio climático, tampoco se ha logrado alcanzar un compromiso expreso de reducción de emisiones, pero esta vez sí, ha quedado despejado un camino que puede permitir al planeta seguir respirando.
De entre los diferentes compromisos adquiridos por la comunidad internacional en los ya denominados como “Acuerdos de Cancún”, dos resultan especialmente representativos. De una lado, en la identificación de los objetivos, se recoge por primera vez en un texto de Naciones Unidas el compromiso de mantener por debajo de 2º C el incremento de la temperatura mundial en relación con la etapa preindustrial, emplazando al mismo tiempo a desarrollar los mecanismos necesarios para alcanzar objetivos más ambiciosos en el corto plazo.

De otro, se ha confirmado la principal herramienta para la resolución más justa y equitativa, al haberse puesto en marcha el Fondo Verde climático dibujado una año atrás en Copenhague, que será financiado por los países desarrollados, y que alcanzará los 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020.

Junto a ello, la confirmación de las herramientas de Kioto, el lanzamiento de los mecanismos Redd+ o la definición de mejores metodologías para la verificación y la medición de las emisiones, son algunos ejemplos de otros progresos de primera magnitud.

La suma de todas las Partes al acuerdo, salvo Bolivia, supone en la práctica la representación del consenso, aspecto clave para el éxito al pasar a involucrar a los principales protagonistas, hasta ahora apartados, en la resolución eficaz del conflicto.

En Cancún ha quedado abierta una puerta que nos conduce a Durban mejor preparados. Esperemos que la meta sea la aprobación de un nuevo Protocolo post Kioto, más completo y ambicioso, que consolide y fortalezca la acción global para la salida efectiva y justa a la crisis climática.

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